A lo largo de la historia, las sociedades se han encargado de
los ancianos de diferentes maneras. Dependiendo de la cultura antigua que se
presente, el trato hacia los viejos varía, y se puede advertir un
comportamiento diferente al de la actualidad. El hecho de llegar a la
ancianidad, significaba alcanzar un estatus de respeto. Los viejos eran
protegidos, adorados casi como deidades, pues se les consideraba una gran
fuente de conocimientos.En las antiguas culturas orientales, el anciano
ocupaba un alto puesto en la sociedad. En este mismo contexto, el hombre común
pagaba tributo al anciano, debido a su conocimiento, y así mismo se le
consultaba debido a su conocimiento, y experiencia por haber pasado alguna
situación de la cual en la actualidad del consultante se pudiera encontrar.Pero conforme avanzó la humanidad, y con el
advenimiento de la maquinaria, la situación del viejo se debilita, y todo aquello
por lo que eran respetados pasa a no ser considerado. Por causa del afán de
aumentar la producción cada vez más, el papel del anciano se fue reduciendo
hasta el punto de ser sustituidos por la mano de obra joven.Es hasta el siglo XIX que nacen en los Estados
Unidos las primeras instituciones de asistencia social, las cuales no ofrecían
comodidades adecuadas para que los ancianos lograran una rehabilitación física
positiva. De hecho hasta el siglo XX existió un gran
estigma social asociado a ser enviado a una de estas instituciones, razón que
los estados utilizaron para alentar el cuidar de los viejos en su propia casa.
Para esta época el único servicio disponible para los necesitados era de
carácter privado. Aquellos que podían pagarlo vivían en cuidado y quienes no
eran dejados a su suerte.
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